Hola a todos, hoy os muestro parte del proceso de la técnica del lavado.
Surge la contradicción de pintar y despintar, quedándonos con la huella de lo (des)pintado. La pintura, conducida por el agua, entra a dormir en el papel, para después salir por mediación del mismo agua, llenando su cama de celulosa de sedimentos, restos de pigmento, de color, de vida, de sueño...
Re-utilizando el corral de mi casa del pueblo -mi lugar preferido-, a modo estudio veraniego.
Mil gracias a mi tía María Ángeles Rodriguez Juanes por su ayuda perenne.
Y a mi abuela por este tentempié, perfecto para seguir pintando. Ante ustedes la famosa Chanfaina.
Y aquí la obra (casi) final, secándose.
Siempre es un lujo trabajar en estas condiciones.
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